Para abrir boca, el jueves 13, llegan desde Londres Kitty, Daisy & Lewis a darnos una clase de blues clásico y mostrar como se combina a la perfección con otros estilos, aunque siempre con un toque vintage.
Los hermanos Durham, muy influenciados por el rockabilly, R&B, swing y country, incluso rock and roll, remitiendo siempre a la primera generación de blues; llevan más de 12 años trabajando y consiguiendo el reconocimiento de la dura crítica de este mundo tan especializado.
Tras los tres primeros discos ya se metían a los expertos en el bolsillo. Ahora, su cuarto álbum, Superscope (2017) intenta recoger todas sus virtudes desarrolladas y lo que han aprendido, pero sin reminiscencias ni fisuras, sino un gran conjunto de elementos con un estilo y sello de autor propio.El show de los ingleses no pudo tener mejor sonido. Lo mejor de hacer un concierto en el teatro es la acústica y la comodidad. Lo malo, que pierde en ambiente. Pero, a pesar de restar bailes entre el público, no faltó calor en la interacción con los fans. Una audiencia muy entregada a escuchar el gran directo de los hermanos.
Kitty, Daisy y Lewis compartían instrumentos como buenos hermanos, que estaban tan cómodos sobre las tablas que parecían estar en el salón de su casa. Daisy, con un avanzado embarazo, no perdía ni una pizca de energía, golpeaba la batería y la caja con mucha fuerza y se ponía al teclado sin perder el ritmo ni un momento. Al final, con su gran trabajo sobre el escenario, consiguieron levantar algunas filas del anfiteatro que ya no aguantaban más sin bailar al son de los Durham.
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