jueves, 18 de enero de 2018

Gisela convierte el Apolo en el Moulin Rouge

Esta gata se traslada por una semana a la ciudad condal para explorar otros tejados y otros escenarios donde vivir las noches felinas. Con paso elegante y decidido por las diagonales y las ramblas, se llega al centro del Raval. La alfombra roja me espera a las puertas del teatro Apolo (Avda. Paral-lel, 59). La bohemia del Moulin Rouge del París de finales del siglo XIX al otro lado. Los corazones se vuelve a emocionar y agitar con la liberación sexual y el amor ganará la batalla al materialismo esta noche.

La historia narrada por el pintor Toulusse Lautrec (Ferran González) y el compositor Erik Satie (Naim Thomas), en esta ocasión es protagonizada por Toni Viñals como Alessandro y Gisela como Roxanne. Estos dos personajes de mundos muy diferentes, de ideales prácticamente contrarios, terminan encontrando esa chispa que les une de una forma tan apasionada que no hay fuerza, poder o circunstancia que les separe, solo la muerte.
Valentín (Fédor de Pablos), el maestro de ceremonias de Moulin Rouge, es el encargado de darle el punto de humor a este drama romántico al que no viene mal quitar un poco de peso. La lástima es que el toque cómico tenga que venir de un personaje gay, que ya se ha convertido en un tópico demasiado recurrente, quizá, incluso, ofensivo. Joseph (Ferrán Castels), el antagonista y dueño del music-hall que representa la tentación material para Roxanne y el coro de diez bailarinas completan el reparto de esta ambiciosa producción de más de 700.000 euros.

El pre estreno (domingo 14 de enero) de esta adaptación de Ricard Reguant y Octavi Egea, es todo un espectáculo desde el principio hasta el final de estas dos horas de canciones entrelazadas para hilar el argumento al máximo. Un acierto la banda sonora en directo a cargo de un quinteto de músicos a las órdenes de Pep Sala, que ha conseguido un montaje de más de un centenar de canciones que hace innecesarios los diálogos. Clasicazos como Bowie o Elton John o temas más actuales como Beyoncé o Kylie Minogue, incluso se atreven con estrellas de la talla de Michael Jackson. Pero chirrían los clásicos de los Beatles cantados en castellano. La mezcla de inglés y español, algunas veces parece lógica y necesaria para entender mejor la trama sin traducciones, pero en otras parece un mero destrozo de grandes hits.



Gisela y Toni con unas voces impresionantes ejecutan los temas a la perfección. Pero no se puede decir lo mismo de sus movimientos algo sosos, se nota que son más del mundo de la voz que de la interpretación. Mientras que las bailarinas del Molino Rojo todo lo contrario, la danza es su fuerte, bailan con sensualidad y belleza a la par que energía y picardía los movimientos perfectamente coreografiados por Ana Eva Cruellas. Pero las voces todavía parecían estar algo tensas o verdes entre el coro. Se notó el increccendo en esta función, así que imaginamos sería producto de los nervios del estreno y con el rodaje estará impecable.

Aunque falte pulir algunos detalles, tras esta primera puesta en escena, todos los engranajes de la máquina parecen haber pasado su particular puesta a punto y ya está todo listo para conquistar los corazones (hasta el 18 de febrero, de momento) que parecen estar tan duros y tan enquistados en los últimos tiempos, tiempos donde manda la prisa, el trabajo y el dinero.


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