1. Cañas por el barrio de Lavapiés. Este distrito madrileño es un auténtico crisol de culturas que presenta una gran variedad de restaurantes étnicos, multiculturales y de cocina de fusión. Pero lo mejor de Lavapiés es ir de cañas y tapear. Hay varios locales de buen gusto, pero citaré las tres mejores opciones.
Lamiak, en la parte de arriba del distrito (calle de la Rosa, 10), mucha variedad de platos verdes, pero también carnes como el roast beef con mostaza de Dijón y pepinillo y una carta de vinos con buenas sugerencias. La Musa de Espronceda (calle Santa Isabel, 17) con una barra de pintxos con nada que envidiar a las del mismo Bilbo, como el pastel de patata y morcilla rebozado, calabaza con queso de cabra y tomate o el tropical con verduras, espárragos y piña. Y un típico del barrio, el Casa Melo's (calle Ave María, 44), no te puedes ir de la zona sin probar sus espectaculares zapatillas de lacón y queso de tetilla, también son especialistas en croquetas y pimientos del padrón.
2. Mercado, museo, cañas, tapas, conciertos... Eso es el Mercado de Motores (estación de Delicias), mucho más que un mercado. En el mercadillo, artesanías, productos premium, biológicos, artículos vintage, y algunas rarezas. Por el patio, zonas de relax para tomar zumos naturales, cervezas, vinos o mojitos, probando comidas rápidas pero de calidad, las caravanas de tacos, perritos, o crepes, ya no son las únicas, ahora tienes de croquetas, paella, migas o, incluso, jamón serrano. Y todo esto deleitando a tus oídos con música en directo, ya sea un cuarteto de jazz o un deejay pinchando chill out.


5. Una alternativa es que lo prepares a tu gusto, ya que como dicen "en ningún sitio mejor que en casa", un brunch casero. Como el sábado te acostaste tarde, el domingo sobre las 12 en lugar de un desayuno escaso y tardío o una comida muy temprana que todavía no entra, vamos a tomar un brunch. Nos haremos un café o té y un zumo de naranja o de otra fruta que le guste, también combina muy bien a esta hora el de tomate; compra buenos panes, de semillas y pipas o con especias como la focaccia y un revuelto de verduras, algo de carne (jamón, bacon, lacón) y huevo. Otra alternativa el revuelto de setas o el de algún embutido como morcilla, aunque algo más fuerte. Se puede jugar con las tostas de aguacate y algún pescado ahumado (salmón, bacalao...) o las de tomates con ibéricos regados de aceite de oliva virgen con orégano y albahaca. Y que nunca te falte la fruta. Y en este link tendrás más ideas para preparar un brunch sin morir en el intento.
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