martes, 27 de noviembre de 2012

Invasor: militares héroes o villanos


Pablo, un médico militar español enviado en misión humanitaria a Iraq es atacado durante una salida rutinaria con su convoy, él y su compañero Diego logran refugiarse en una casa deshabitada, viéndose envueltos en un conflicto que se desenlaza con víctimas civiles. Cuando Pablo regresa convaleciente junto a su mujer, Inma Cuesta, y su hija, las sospechas acerca de la versión oficial de lo ocurrido lo llevan a investigar la verdad.

Daniel Calparsoro regresa a las carteleras tras siete años desde su último film y retoma el cine de género con una historia de conflicto moral basada en la novela de Fernando Marías. El cine bélico que ya representó en 'Guerreros', queda relegado por la experiencia de Pablo, interpretado por Alberto Ammann, y su amigo Diego, Antonio de la Torre, en una misión de paz en la guerra de Iraq en 2003, que gira "más hacia el cine de aventuras o de acción", según el propio director.

De la mano de los productores de celda 211 se estrena el viernes 30 de noviembre una nueva muestra de buen cine nacional, con un presupuesto de 4.000 millones aproximadamente y en ocho semanas y media de rodaje. El secreto del buen resultado con un presupuesto de sólo un 20 % más de la media española, es que las escenas supuestamente iraquíes se han rodado en Canarias, sin que la calidad pierda ni un ápice y pudiendo costearse este trío de ases completado por Karra Elejalde, como el representante del Ministerio de Interior, es decir el malo de la peli.


Técnicamente hay que destacar el esfuerzo por no caer en el simil de cine bélico americano, que habría dejado la versión castiza a la altura del betún, pero el cambio de foco, hacia la acción, como puede verse en la espectacular persecución por el centro neurálgico de A Coruña. Junto con el cambio de color típico en las películas americanas del género, que tienden más al amarillo, y el film del director catalán pretende una gama muy amplia de color y grandes contrastes. El primero de los contrapuntos entre el gris del mar de Galicia con el dorado del desierto de Iraq y el que se produce en los escenarios, donde el más lúgubre y oscuro tiene su punto de iluminación o de color que imprime un toque muy personal a la imagen hasta hablar de cine de autor. O la sustitución de juicios y despachos por el personaje de Elejalde.

El tema controvertido que aborda por los cuernos, sobre la manipulación que ejercen las esferas de poder, llega en un momento clave, en el que los ciudadanos ya no dan credibilidad a los políticos y se critican los despilfarros en la administración, que ahora exigen recortes en educación, sanidad y ayudas sociales. Ahora entre las críticas se cuelan los gastos y partidas militares, a parte de las protestas que hubo en su tiempo por la intervención española en una guerra de dudosa moralidad y contra la que el pueblo se manifestó claramente. Además de las ampollas que pueda levantar el film entre militares, se une la imagen que se ofrece del Ministerio de Interior que intenta ocultar la verdad, tapando bocas, a base de dinero y miedo.


En la parte artística también destacaría la dirección de actores que como han reconocido ellos mismos ha sido exigente. Antonio de la Torre que pudimos ver por última vez haciendo de tipo duro también en 'Grupo 7' cree que el esfuerzo es proporcional a la satisfacción, compartía con la prensa que Calparsoro le hizo mojarse en la playa cuatro días para una escena, pero que merece la pena. Elejalde, le calificaba como "un exprimidor de actores total, si te tienes que ahogar, te ahogas. Hay momentos que le odias porque pide demasiado, pero después te alegras de que sea así".

Alberto Amman reconocía haberse documentado con videos de soldados americanos y alguno español, a pesar del riesgo de contaminación de tópicos que eso conlleva, pero también explica que esto no ocurre en este caso, porque los personajes están muy definidos. Cuando hablamos de las escenas de acción y cuál le ha costado más, responde "¿todas?", pero todo esfuerzo conlleva una recompensa, ya que refleja muy bien el diálogo interior de Pablo y lo mantiene, que es lo complicado, contaba el actor argentino. "Calparsoro se metia en el agua del Cantábrico durante las tres horas del rodaje con un neopreno de verano para gritarnos y dirigirnos de cerca".

Por destacar otros aspectos, la fotografía y estética, en el manejo del color; y la banda sonora, que mantiene la tensión con un hilo de notas muy clásicas, pero vigentes y modernizadas.

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