
El viernes nos salimos de la ciudad gatera para colarnos en
la zona de la Alcarria, concretamente en
Guadalajara. El
Festival Gigante pone a la capital de la provincia en el mapa por
cuarto año consecutivo. El fin de semana del
1 y 2 de septiembre se celebró esta cuarta edición con más de
16.000 tickets vendidos, haciendo llegar lo mejor del panorama
indie a sus campos de
La Fuente La Niña. Llegamos con el tiempo justo para ver al manchego multidisciplinar
Julian Maeso que a los teclados del hammond hacía el recibimiento de honor a los primeros asistentes.
Ya metidos en faena,
Depedro hizo una gran actuación que fue preámbulo de lo que nos depararía la noche del viernes.
Niños Mutantes se marcaron un directo impresionante, después de haberlos visto en otros festivales algo más apagados, los niños granadinos mutaron en los últimos temas que interpretaron y contagiaron toda su energía a los más de 10.000 espectadores que calentaban motores para darlo todo con
Santi Balmes y
Love of Lesbian.

Fue el
gran sonido de los catalanes lo más destacado del viernes. Santi se enfundó en distintos
disfraces y con multitud de complementos para cada corte, incluso se desenfundó, quedándose a pecho descubierto. Con sus baladas cantadas a coro con todos los asistentes y sus
temazos bailados con su estilo tan particular no dejó impasible a nadie. La interpretación de todo el grupo fue impecable y sonó a las mil maravillas.
Fuel Fandango tenia muy difícil subir el nivel, después de Love of Lesbian que lo habían clavado, pero su concierto no tuvo nada que objetar. Solamente el frío pudo empañar una magnífíca actuación de los encargados de esta fusión electro flamenca tan cañera y bailable. Incluso
Nita, voz del grupo, se despojó de su chaqueta y se marcó un
zapateaó flamenco para cerrar la actuación.
Alex O'Dogherty,
Shinova y
Embusteros. Mientras, en la entrada de las instalaciones deportivas, un coche ponía las canciones más míticas del
indie nacional de los 90 y 2000. Y para terminar la primera jornada los
dejeeys del Ocho y Medio, club donde se junta la gente más
indie de la capital.

El sábado se podía comenzar de
mañaneo con los tres conciertos gratuitos de la plaza de
Santo Domingo. Ya por la tarde, en La Fuente La Niña, grupitos varios, hasta las 19.15 que comienzan
Lichis, seguidos de
León Benavente, uno de los que seguimos hace tiempo, tienen un gran potencial que se va descubriendo.
Coque Malla, que ha girado por todos los festivales este año era el aperitivo del plato fuerte de la noche, con acento internacional.
Los neoyorkinos
Nada Surf, imprimieron los sonidos más guitarreros y algo de calor al ambiente
fresquito de Guadalajara. La veteranía y solidez se notó sobre el escenario y su música con raíces del
indie de los 90. Desde el minuto cero se metieron al público en el bolsillo, cuando saltaron a las tablas con
Cold to see Clear, el corte que abre su último disco.

Enfrente comenzó el segundo, pero no menos importante, plato de la noche,
Iván Ferreiro. El gallego le dio un toque psicodélico a sus temas en esta ocasión. Donde las baladas eran seguidas al pie de la letra y los subidones eran respondidos con brincos. Los festivaleros del público le cantaron
Turnedo entero y saltaron los
años 80.
La otra apuesta internacional fueros los portugueses
The Gift. También con unos cuantos años de carrera a sus espaldas, tocaron bastantes temas de su último disco
Altar, publicado este año. Sus bases electrónicas sumadas al gran desarrollo escénico les permitió producir un espectáculo de color y sonidos
poperos que tocaban desde el
funk al
progresive y del
disco-dance a lo industrial.
Los Punsetes se movían por las tablas mientras Ariadna, inmovil en un lateral del escenario recitaba sus letras y hacía botar al público todo lo que no lo hace ella.
Kokoshca nos sacó unos bailes con sus acordes melódicos sobre una base de tintes punk. Y terminó la noche con las mezclas de los Dj de
Superframe Vdj.

Entre los noveles, en el escenario pequeño, hay que destacar a
Última Experiencia, una banda madrileña con un sonido muy elegante, el último blues con el que terminaron su directo nos dejó ensimismados mirando el ir y venir de los dedos de Miguel Ángel Ariza por su guitarra.
El
Gigante está más vivo que nunca en pleno crecimiento y afianzando su paso firme. Recuperándonos, todavía de la resaca de tanta buena música, esperamos ansiosos las nuevas de la quinta edición.
Larga vida al Gigante! que dicen que no hay quinto malo.
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