La noche se tornó carmesí

Mi gata estaba huraña. Entré en casa a la hora bruja, del 27 pasaba al 28 de septiembre. Kirara me esperaba como siempre en la alfombra del recibidor. Pero, mientras la acariciaba a modo de saludo, me giró la cara he intentó morderme. Me puse algo de picar para sustituir la cena que me había saltado y cada vez que la miraba la encontraba escondida bajo la mesita auxiliar del salón.

Tras el pequeño tentenpié, me asomé por la ventana. Qué magnifica luna hay hoy. Es luna llena. Deslumbra como un foco encontrado de repente en sentido contrario en la carretera. Algo me pareció haber oído en las noticias sobre el fenómeno que ocurrirá esta noche y que no volverá a repetirse hasta el 2033, en ese caso, visible desde el Pacífico, únicamente. Es la luna roja o más conocida como luna de sangre, un eclipse lunar total (la Tierra se interpone entre el sol y la luna, proyectando sombra sobre ella), además coincide con la superluna.



Todas estas coincidencias y alineación de planetas dará como resultado una impresionante luna roja, desde el punto de vista estético. Pero, también, este hecho produce efectos asociados, como una fuerza gravitatoria mayor y, por lo tanto, unas mareas más vivas. Aunque nosotros no percibiremos apenas cambios, mi intuición y mi gata parecen querer demostrarme que los animales si notan ciertas alteraciones.


Al enterarme de esto decidí quedarme a esperarlo, contemplarlo, fotografiarlo, informarme... Teniendo en cuenta que sobre las 3 empezaba a proyectarse la sombra y hasta las 4:11 minutos no estaría completamente en penumbra, tenía tiempo de eso y hasta de leer algún buen libro.


Ya sumida en la sombra, la luna quedaría teñida de rojo por el reflejo de los rayos del sol hasta las 5:23 minutos, más de una hora, siendo su momento de alcance máximo a las cinco menos cuarto de la madrugada. Y a las siete y pico todo volverá a la normalidad, incluido el humor de mi gata, que volverá a acurrucarse junto a mí al ir a la cama, luego de esta extraña noche carmesí.