martes, 20 de noviembre de 2018

Los fantasmas de las otras trincheras

Bombas, minas, disparos, metralla... Es el día a día de los periodistas de guerra que se juegan la vida para conectar en directo unos pocos minutos en el telediario para contar al mundo la realidad que se vive en zonas de conflicto. Muchas veces no se enseña prácticamente nada de lo que ven sus ojos o sus objetivos. Y, tanta otras, nosotros cambiamos de canal impermeabilizados por la cantidad de imágenes violentas que recibimos a diario.

Esto muestra el documental Morir para contar. Morir, ya sea de forma real o de forma figurada, ya que cuando vas a la guerra ya no vuelves igual, se muere de alguna manera. La balanza entre lo que uno pierde para mostrar al mundo las realidades que existen, a la mayoría no les compensaría, pero a esta especie en extinción que en estas situaciones recibe una adrenalina que les alimenta, los conflictos son su hábitat natural por excelencia. De hecho lo pasan realmente mal a la vuelta a sus vidas normales, en familia, y vuelven a cubrir estos sucesos en cuanto les es posible.


Todo el interior de uno de estos seres especiales, hechos de otra pasta, es un misterio para todos nosotros, ya que nunca se habla de la figura del periodista de guerra, nunca se muestra su realidad al completo. Hasta este momento en el que Hernán Zin ha elaborado este testimonio, una voz necesaria, altavoz de todos los gritos ahogados en el ruido de aviones, bombardeos y lamentos.

El film que ha reunido a más de una decena de los mejores reporteros, fotógrafos y cámaras de nuestro país en este ámbito ha sido presentado en la Premiere Week de Madrid celebrada en los cines Callao, la pasada semana (del 12 al 18 de noviembre) y será estrenado en cines el 22 de este mismo mes. Ha tenido una gran acogida por parte del público y la crítica, pues es la primera vez que un documental tiene tanta presencia como una película, apoyado por productores como RTVE o la actriz Nerea Barros. Se centra en tres historias la de Mónica García Prieto que quedó viuda de un periodista de guerra Julio Fuentes, asesinado cubriendo la Guerra de Afganistán en 2001. Mónica volvió a casarse con otro corresponsal, Javier Espinosa, que fue secuestrado más de seis meses en Siria. Posteriormente, publicaron este libro Siria, el país de las almas rotas.

La historia de Miguel Gil que
era abogado y cogió la moto y se fue a la Guerra de los Balcanes, donde cogió la cámara de forma circunstancial y terminó aprendiendo a manejarla convirtiéndose en un gran periodista freelance de guerra y murió cámara en mano. Y, finalmente, una de las historias que ha podido ser algo más mediática, la de José Couso, el cámara de Jon Sistiaga. Todos podemos recordar lo impactante de su muerte, ya que las tropas estadounidenses cargaron directa y deliberadamente contra el Hotel Palestine donde estaban alojados los periodistas, población civil, en definitiva, pero con mucho poder.

En definitiva, es un documento que refleja la realidad del periodista de guerra a la vuelta, su otra trinchera, en su vida real combatiendo contra sus secuelas, los traumas y el estrés post-traumático. La parte de la figura del reportero que nunca se tiene en cuenta. Ya no solo lo que ven, si no también con lo que ríen o disfrutan, que de vuelta a casa parece un mundo marciano. Recomendable al 100% por  el magnífico el tratamiento desde el que se expone, desde las reflexiones tan naturales de los más grandes periodistas de guerra para medios españoles, los directamente afectados, incluso los propios protagonistas de las historias.


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