Cátulo es un poeta romano del siglo I a.C., un bebedor, mujeriego... lo que entendemos hoy día como un vividor. De buena familia, pero intenta ser independiente ganándose la vida escribiendo poesía. Su grupito de amigos, igual alegres y despreocupados, pero a la misma vez clarividentes, entonan un nuevo concepto de poesía un canto al amor sin tapujos y se mofan de los poderosos. La dicha y desdicha de Cátulo comienzan cuando conoce la belleza de Clodia.

El personaje de Cátulo desenreda el amor, con su flechazo a primera vista, como buen amante de la poesía. Su lado bueno, en el que siente que se eleva del suelo; el lado malo, en el que se siente no correspondido, engañado, incluso, engañado por sí mismo, por sus percepciones. Pero hay momentos peores si cabe, en los que ya ni siquiera ama, ni tiene esperanza, se desengaña y decepciona con su amada e idolatrada Lesbia a la que escribe sus mejores versos. Otras facetas que nos muestra el protagonista es lo difícil de vivir sin un trabajo más reconocido, además de las injusticias de la sociedad romana con los patricios y plebeyos y sus pocos derechos.

César es la voz del poder, con lo cuál de la impunidad. César es promiscuo, tanto con mujeres como con hombres, algo no mal visto en Roma, pero comentado entre el resto de la alta sociedad. Tratos políticos, amistades interesadas para subir escalones y todo tipo de chanchullos destacan en las relaciones de este hombre en el poder. Reflejando lo más fiel posible la vida del Emperador romano y la caída del imperio. La decadencia es palpable hacia el final de la obra y de su vida.
Gracias por fijarte en mí, Eva. Quiero decir, en mi obrita.
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